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- 17 Ago 2016
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Los latinos tenemos mucho que decir sobre el tema de las casas embrujadas. incluso aquí en perú no nos quedamos cortos en el asunto. entre estos inmuebles tenemos:
La casa de Julianca:
Mucho se ha dicho de la casa ubicada entre las calles Tumbes y Nicolás de Piérola en la ciudad de Juliaca. Esta se encuentra en un lugar céntrico a pocas cuadras de la plaza de armas. Sus inquilinos fueron ahuyentados al escuchar gritos aterradores así como ruidos de puertas.
Según relatan Teresa Cáceres y Heráclides Luza en el libro Fogata del ande, una compilación de cuentos, leyendas y cosas misteriosas, que los vecinos de la zona aseguran, que desde muchos años atrás, cosas raras se han suscitado en esta vivienda y por eso sus ocupantes huyen cada vez que arriendan las habitaciones.
La leyenda cuenta que la zona estaba habitaba por una mujer muy hermosa, de la que un joven quedó perdidamente enamorado, amor que ella también correspondió.
Se casaron, y tras la boda, compraron la casa en ese sector donde vivieron felices hasta el momento en que un exenamorado de la bella mujer, al enterarse del hecho, fue en búsqueda de la dama.
Al encontrarlos a ambos en su idilio, el furioso hombre mató sin piedad a la pareja recién casada. Por eso, se dice que los gritos desesperados de la mujer y el hombre se escuchan cada noche en la vivienda.
Los vecinos de la zona indican que la casa tuvo varios dueños, quienes siempre la dejaron por escuchar los gritos y al ver cosas raras.
Muchos posibles compradores no la adquieren porque quedaron con alteraciones mentales o con enfermedades desconocidas.
La casa de Lanahuana:
Conocida también como "La Casa Blanca" y "La Encantada", es el nombre con el que se conoce popularmente a esta casa de la cual la tradición y los frecuentes testimonios reportan fenómenos paranormales. Se encuentra al costado del camino de Uchupampa a Catapalla, a 15 minutos de Lunahuaná, distrito de Cañete, Región Lima.
Hay que destacar que su historia es bien conocida pero no se han obtenido nuevos datos acerca de su historia fantasmal, por lo que urge una investigación más profunda. la historia conocida en Cañete cuenta que, cuando llegó finalmente a esta zona del Perú la guerra con Chile (1881), un hacendado, cuyo nombre la tradición no ha conservado (algunas versiones dicen que era peruano, en otras, de origen italiano), ya había construido esta casa, habitándola él y su familia, sin imaginarse el calvario que luego vivirían.
Una noche los soldados chilenos atacaron el pueblo y lo destruyeron todo. No contentos con eso mataron a las personas: fue una masacre. El hacendado y su familia murieron en esta casa. Años después su nieta heredó la casa y fue a ocuparla, pero no contó que los espíritus de las personas muertas le acompañarían a partir de entonces: la familia de la nieta del hacendado comenzó a escuchar todas las noches, viejos carros chocando, caballos ahogándose, lamentos, voces y una infinita parafernalia paranormal.
Se dice que no aguantaron y escarparon, y desde este momento la casa no es habitada por nadie hasta nuestros días. Tiempo atrás, se pensó en convertir la casa en un hotel y se realizaron obras para tal fin, las cuales fueron abandonadas inexplicablemente; actualmente, un visitante atento se dará cuenta de que la construcción de la Casa Encantada dista mucho de ser de factura del siglo XIX; en líneas generales, poco queda ya de la casa original.
La tradición del lugar consideró desde entonces a la casa embrujada de Lunahuaná como un lugar del cual era mejor mantenerse alejados, lo cual acrecentó su constante deterioro. Ya entrada la segunda mitad del siglo XX, la historia recobró nuevos bríos, cuando jóvenes provenientes de la cercana Lima eligieron a Lunahuaná como lugar preferido para ocasionales campamentos de verano; la historia más recordada de aquel entonces es la siguiente: en aquel entonces, unos jóvenes que llegaron a lugar por la noche, vieron luces y escucharon conversaciones y música: pensaron entonces que en esta casa se hacía una fiesta, así que contentos entraron y bailaron, aunándose a una divertidísima velada, pero de un momento a otro, todo se encontraba vacío: gente, música y ruido desapareció de golpe. Del susto uno salió corriendo de la casa embrujada, saltó a la pista que cruza en frente de la casa y ahí murió atropellado,...
La casa de Osambela:
La casa de Osambela o casa de Oquendo es una edificación de la época virreinal y se levanta sobre el antiguo noviciado de los padres dominicos, sito en el jirón Conde de Superunda, en el centro histórico de la ciudad de Lima, Perú. Es una de las casonas más grandes del centro de Lima y es notable por su amplia fachada y balcones de excelente calidad. su construcción data de finales del siglo XVIII y principios del XIX y fue terminada entre 1803 y 1805.
El terreno donde se levanta la Casa de Osambela era propiedad del Convento de Santo Domingo y, para cumplir unos pagos y acabar con unas obras de la iglesia que habían quedado inconclusas, fue vendido al Armador de buques, Banquero y comerciante español Martín de Osambela, Marqués de Osambela y Teniente Coronel de Milicias. El solar comprado por Osambela correspondía a la parte arruinada y casi destruida del noviciado, fue adquirido en 1815, quien al parecer debió haberse enfermado de gravedad, pues, hizo un primer testamento declarando que no tenía herederos. Luego, en un segundo testamento, hecho en 1822, da a conocer que contrajo matrimonio con Mariana de Ureta y Bermúdez, siendo los hijos de dicho matrimonio: María Mercedes, Mariana, José Valentín, Dolores y Cayetano. Osambela se casó de edad muy madura y llevaba muchos años de edad a su esposa, de quien se dice que era una dama de belleza excepcional.
Cuando llegó el libertador, General don José de San Martín, Osambela puso su casa a su disposición para el gran baile que el libertador ofreció a la sociedad limeña, habiéndose alojado en ella el libertador después de proclamar la independencia política del Perú.
Paradójicamente, Osambela murió años después en la fortaleza del Real Felipe del Callao, donde se refugió con otros, en tiempos de Rodil.
La casona es hoy conocida como el local del centro cultural "Inca Garcilaso de La Vega", sede de eventos culturales, como la Bienal, y otros relacionados con la vida de la ciudad de Lima y sede de la Academia Peruana de la Lengua (RAE – Perú) y Lenguas Nativas y de la Oficina Regional en el Perú de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).
La leyenda fantasmal referente a este edificio, cuenta que durante las noches, se puede ver y escuchar a una extraña y desconocida mujer de blanco, la cual se pasea lamentándose por los pasillos de la casona, golpeando insistentemente las puertas y ventanas de los antiguos dormitorios, tratando infructuosamente de ingresar,… Vigilantes y personal del otrora palacio de Osambela, aseguran que el ruido insistente, de puertas y ventanas tratando de ser abiertas a la fuerza, es espeluznante.
La quinta Heeren:
La Quinta Heeren (Junín 1201), es una de las más emblemáticas casonas del Centro Histórico de la vieja Lima,… y también una de sus casas embrujadas más famosas. El tiempo no ha hecho mella en la imponente Quinta Heeren de los Barrios Altos, a pesar de que el polvo intenta esconder sus muebles de antaño y sus rincones con historias de la Lima criolla. Sus paredes de grueso adobe permanecen en pie y soportan con brío los techos revestidos de fino cedro nicaraguense. Solo la quincha, por la humedad, abandonó el lugar en algunos palacetes. Lo mismo que el camino de piedras que alguna vez cubrió las angostas calles de este Patrimonio Cultural de la Humanidad de cuatro hectáreas, por dónde se pasearon -alguna vez- coquetas damas de amplias faldas. Sus actuales inquilinos dicen que si las manijas del reloj dejaron de correr en la verde placita frente a la casona, dónde la hermosa casona luce aún su arquitectura neoclásica - alemana - inglesa de mediados del siglo XIX, fue gracias a ellos. Por eso, dicen, la Quinta Heeren es un patrimonio vivo, en el cual aún se resisten a partir sus más antiguos y fantasmales residentes,….
La Quinta Heeren fue construída por el ciudadano alemán Oscar Augusto Heeren en 1880 (s. XIX), convirtiéndose en la residencia permanente de sus descendientes por varias generaciones, entre los cuales se recuercan a su nieta Carmen Heeren y Barreda, quién se casó en 1900 con su primo hermano, José Pardo y Barreda –Presidente de la República-, y el segundo de los siete hijos, José Pardo Heeren (Lima 1903), vivió en la Quinta hasta la ancianidad. Si bien muchos asegran que varios de los muchos espíritus que moran en esta monumental casona pertenecen a miembros de tan noble familia, las leyendas que nos relatan acerca de presencias fantasmales en este lugar, vienen desde mucho antes: se cuenta que durante algunas noches suele aparecerse un jinete decapitado montando un caballo blanco y arrastrando unas pesadas cadenas. Según lo que se dice, el jinete aquel fue un español que vivió por la zona aquella durante la época de la colonia y que fue injustamente sentenciado a morir decapitado.
Mucho tiempo después, cuando la Quinta se convirtió en residencia de diversos personajes, se inició su leyenda propiamente dicha: A principios del siglo XX, en la Quinta Heeren vivía un acaudalado comerciante japonés de nombre Seikuma Kitsutani, quien se dedicaba a la importación de todo tipo de mercadería y según dicen, tuvo a su cuidado los ahorros de la colonia japonesa de Lima, siendo por ello, el hombre más poderoso de la colonia japonesa en el Perú. Debido a dos accidentes, en los cuales se hundieron los dos barcos que traían su mercadería, Kitsutani se fue a la quiebra y con ello su orgullo quedó herido. Por ser una persona de honor, Kitsutani decidió acabar con su vida, en el área de la Quinta conocida como “el palacete”, realizando el rito del “seppkku”. Tal acción causó conmoción en la sociedad de la época, y según otras fuentes, su esposa e hijos siguieron tiempo después sus pasos.
Desde ese trágico momento, el espíritu del japonés sigue paseándose por la casa donde vivió, no dejando dormir bien a quien la habita, siendo éste el fantasma más famosos de la antigua Quinta, haciéndose sentir su presencia, principalmente en las noches, lamentándose por su honor perdido. Los actuales inquilinos de la Quinta –algunos, viviendo ahí desde hace 50 años-, no son los únicos que perciben su presencia: innumerables grupos de visitantes de la Quinta y grupos de técnicos de cine o televisión (la Quinta Heeren es muy apreciada, para la realización de series y películas), han llegado a percibir su presencia, fotografiar sombras, luces, e incluso a filmarlas, así como ver con sus propios ojos, cómo una antigua silla cruje ante un peso inexistente: la antigua silla en que supuestamente, acabó con su vida.
Acá abajo se habla de la Casa Matusita, y de las otras casas embrujadas en el resto del continente:
La casa de Julianca:
Mucho se ha dicho de la casa ubicada entre las calles Tumbes y Nicolás de Piérola en la ciudad de Juliaca. Esta se encuentra en un lugar céntrico a pocas cuadras de la plaza de armas. Sus inquilinos fueron ahuyentados al escuchar gritos aterradores así como ruidos de puertas.
Según relatan Teresa Cáceres y Heráclides Luza en el libro Fogata del ande, una compilación de cuentos, leyendas y cosas misteriosas, que los vecinos de la zona aseguran, que desde muchos años atrás, cosas raras se han suscitado en esta vivienda y por eso sus ocupantes huyen cada vez que arriendan las habitaciones.
La leyenda cuenta que la zona estaba habitaba por una mujer muy hermosa, de la que un joven quedó perdidamente enamorado, amor que ella también correspondió.
Se casaron, y tras la boda, compraron la casa en ese sector donde vivieron felices hasta el momento en que un exenamorado de la bella mujer, al enterarse del hecho, fue en búsqueda de la dama.
Al encontrarlos a ambos en su idilio, el furioso hombre mató sin piedad a la pareja recién casada. Por eso, se dice que los gritos desesperados de la mujer y el hombre se escuchan cada noche en la vivienda.
Los vecinos de la zona indican que la casa tuvo varios dueños, quienes siempre la dejaron por escuchar los gritos y al ver cosas raras.
Muchos posibles compradores no la adquieren porque quedaron con alteraciones mentales o con enfermedades desconocidas.
La casa de Lanahuana:
Conocida también como "La Casa Blanca" y "La Encantada", es el nombre con el que se conoce popularmente a esta casa de la cual la tradición y los frecuentes testimonios reportan fenómenos paranormales. Se encuentra al costado del camino de Uchupampa a Catapalla, a 15 minutos de Lunahuaná, distrito de Cañete, Región Lima.
Hay que destacar que su historia es bien conocida pero no se han obtenido nuevos datos acerca de su historia fantasmal, por lo que urge una investigación más profunda. la historia conocida en Cañete cuenta que, cuando llegó finalmente a esta zona del Perú la guerra con Chile (1881), un hacendado, cuyo nombre la tradición no ha conservado (algunas versiones dicen que era peruano, en otras, de origen italiano), ya había construido esta casa, habitándola él y su familia, sin imaginarse el calvario que luego vivirían.
Una noche los soldados chilenos atacaron el pueblo y lo destruyeron todo. No contentos con eso mataron a las personas: fue una masacre. El hacendado y su familia murieron en esta casa. Años después su nieta heredó la casa y fue a ocuparla, pero no contó que los espíritus de las personas muertas le acompañarían a partir de entonces: la familia de la nieta del hacendado comenzó a escuchar todas las noches, viejos carros chocando, caballos ahogándose, lamentos, voces y una infinita parafernalia paranormal.
Se dice que no aguantaron y escarparon, y desde este momento la casa no es habitada por nadie hasta nuestros días. Tiempo atrás, se pensó en convertir la casa en un hotel y se realizaron obras para tal fin, las cuales fueron abandonadas inexplicablemente; actualmente, un visitante atento se dará cuenta de que la construcción de la Casa Encantada dista mucho de ser de factura del siglo XIX; en líneas generales, poco queda ya de la casa original.
La tradición del lugar consideró desde entonces a la casa embrujada de Lunahuaná como un lugar del cual era mejor mantenerse alejados, lo cual acrecentó su constante deterioro. Ya entrada la segunda mitad del siglo XX, la historia recobró nuevos bríos, cuando jóvenes provenientes de la cercana Lima eligieron a Lunahuaná como lugar preferido para ocasionales campamentos de verano; la historia más recordada de aquel entonces es la siguiente: en aquel entonces, unos jóvenes que llegaron a lugar por la noche, vieron luces y escucharon conversaciones y música: pensaron entonces que en esta casa se hacía una fiesta, así que contentos entraron y bailaron, aunándose a una divertidísima velada, pero de un momento a otro, todo se encontraba vacío: gente, música y ruido desapareció de golpe. Del susto uno salió corriendo de la casa embrujada, saltó a la pista que cruza en frente de la casa y ahí murió atropellado,...
La casa de Osambela:
La casa de Osambela o casa de Oquendo es una edificación de la época virreinal y se levanta sobre el antiguo noviciado de los padres dominicos, sito en el jirón Conde de Superunda, en el centro histórico de la ciudad de Lima, Perú. Es una de las casonas más grandes del centro de Lima y es notable por su amplia fachada y balcones de excelente calidad. su construcción data de finales del siglo XVIII y principios del XIX y fue terminada entre 1803 y 1805.
El terreno donde se levanta la Casa de Osambela era propiedad del Convento de Santo Domingo y, para cumplir unos pagos y acabar con unas obras de la iglesia que habían quedado inconclusas, fue vendido al Armador de buques, Banquero y comerciante español Martín de Osambela, Marqués de Osambela y Teniente Coronel de Milicias. El solar comprado por Osambela correspondía a la parte arruinada y casi destruida del noviciado, fue adquirido en 1815, quien al parecer debió haberse enfermado de gravedad, pues, hizo un primer testamento declarando que no tenía herederos. Luego, en un segundo testamento, hecho en 1822, da a conocer que contrajo matrimonio con Mariana de Ureta y Bermúdez, siendo los hijos de dicho matrimonio: María Mercedes, Mariana, José Valentín, Dolores y Cayetano. Osambela se casó de edad muy madura y llevaba muchos años de edad a su esposa, de quien se dice que era una dama de belleza excepcional.
Cuando llegó el libertador, General don José de San Martín, Osambela puso su casa a su disposición para el gran baile que el libertador ofreció a la sociedad limeña, habiéndose alojado en ella el libertador después de proclamar la independencia política del Perú.
Paradójicamente, Osambela murió años después en la fortaleza del Real Felipe del Callao, donde se refugió con otros, en tiempos de Rodil.
La casona es hoy conocida como el local del centro cultural "Inca Garcilaso de La Vega", sede de eventos culturales, como la Bienal, y otros relacionados con la vida de la ciudad de Lima y sede de la Academia Peruana de la Lengua (RAE – Perú) y Lenguas Nativas y de la Oficina Regional en el Perú de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).
La leyenda fantasmal referente a este edificio, cuenta que durante las noches, se puede ver y escuchar a una extraña y desconocida mujer de blanco, la cual se pasea lamentándose por los pasillos de la casona, golpeando insistentemente las puertas y ventanas de los antiguos dormitorios, tratando infructuosamente de ingresar,… Vigilantes y personal del otrora palacio de Osambela, aseguran que el ruido insistente, de puertas y ventanas tratando de ser abiertas a la fuerza, es espeluznante.
La quinta Heeren:
La Quinta Heeren (Junín 1201), es una de las más emblemáticas casonas del Centro Histórico de la vieja Lima,… y también una de sus casas embrujadas más famosas. El tiempo no ha hecho mella en la imponente Quinta Heeren de los Barrios Altos, a pesar de que el polvo intenta esconder sus muebles de antaño y sus rincones con historias de la Lima criolla. Sus paredes de grueso adobe permanecen en pie y soportan con brío los techos revestidos de fino cedro nicaraguense. Solo la quincha, por la humedad, abandonó el lugar en algunos palacetes. Lo mismo que el camino de piedras que alguna vez cubrió las angostas calles de este Patrimonio Cultural de la Humanidad de cuatro hectáreas, por dónde se pasearon -alguna vez- coquetas damas de amplias faldas. Sus actuales inquilinos dicen que si las manijas del reloj dejaron de correr en la verde placita frente a la casona, dónde la hermosa casona luce aún su arquitectura neoclásica - alemana - inglesa de mediados del siglo XIX, fue gracias a ellos. Por eso, dicen, la Quinta Heeren es un patrimonio vivo, en el cual aún se resisten a partir sus más antiguos y fantasmales residentes,….
La Quinta Heeren fue construída por el ciudadano alemán Oscar Augusto Heeren en 1880 (s. XIX), convirtiéndose en la residencia permanente de sus descendientes por varias generaciones, entre los cuales se recuercan a su nieta Carmen Heeren y Barreda, quién se casó en 1900 con su primo hermano, José Pardo y Barreda –Presidente de la República-, y el segundo de los siete hijos, José Pardo Heeren (Lima 1903), vivió en la Quinta hasta la ancianidad. Si bien muchos asegran que varios de los muchos espíritus que moran en esta monumental casona pertenecen a miembros de tan noble familia, las leyendas que nos relatan acerca de presencias fantasmales en este lugar, vienen desde mucho antes: se cuenta que durante algunas noches suele aparecerse un jinete decapitado montando un caballo blanco y arrastrando unas pesadas cadenas. Según lo que se dice, el jinete aquel fue un español que vivió por la zona aquella durante la época de la colonia y que fue injustamente sentenciado a morir decapitado.
Mucho tiempo después, cuando la Quinta se convirtió en residencia de diversos personajes, se inició su leyenda propiamente dicha: A principios del siglo XX, en la Quinta Heeren vivía un acaudalado comerciante japonés de nombre Seikuma Kitsutani, quien se dedicaba a la importación de todo tipo de mercadería y según dicen, tuvo a su cuidado los ahorros de la colonia japonesa de Lima, siendo por ello, el hombre más poderoso de la colonia japonesa en el Perú. Debido a dos accidentes, en los cuales se hundieron los dos barcos que traían su mercadería, Kitsutani se fue a la quiebra y con ello su orgullo quedó herido. Por ser una persona de honor, Kitsutani decidió acabar con su vida, en el área de la Quinta conocida como “el palacete”, realizando el rito del “seppkku”. Tal acción causó conmoción en la sociedad de la época, y según otras fuentes, su esposa e hijos siguieron tiempo después sus pasos.
Desde ese trágico momento, el espíritu del japonés sigue paseándose por la casa donde vivió, no dejando dormir bien a quien la habita, siendo éste el fantasma más famosos de la antigua Quinta, haciéndose sentir su presencia, principalmente en las noches, lamentándose por su honor perdido. Los actuales inquilinos de la Quinta –algunos, viviendo ahí desde hace 50 años-, no son los únicos que perciben su presencia: innumerables grupos de visitantes de la Quinta y grupos de técnicos de cine o televisión (la Quinta Heeren es muy apreciada, para la realización de series y películas), han llegado a percibir su presencia, fotografiar sombras, luces, e incluso a filmarlas, así como ver con sus propios ojos, cómo una antigua silla cruje ante un peso inexistente: la antigua silla en que supuestamente, acabó con su vida.
Acá abajo se habla de la Casa Matusita, y de las otras casas embrujadas en el resto del continente: