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Artículo difama al feminismo
Adolescentes feministas: el nuevo grito de la moda
La composición etaria de los movimientos sociales que devienen rápidamente en movimientos de masas dice mucho, no solo sobre ellos mismos, sino sobre la sociedad en general. En este sentido, nunca ha dejado de llamarme la atención el hecho de que el movimiento feminista, contracultural en sus orígenes, se haya convertido hoy en el lugar de encuentro de adolescentes que, ahora como antes, precisan abordar el tren de la moda para no desentonar con su entorno social.
La moda no es un mero capricho humano. Es, más bien, la respuesta social al contradictorio deseo humano de integrarse y, al mismo tiempo, distinguirse. Tal es la dialéctica de la moda, bien reconocida por Georg Simmel cuando anotaba: "La moda nunca se limita a ser. Existe en un permanente estado de devenir".
En efecto, la moda se modifica a ritmos esquizoides, sobre todo en el marco de lo que Zygmunt Bauman llama la "modernidad líquida", porque, una vez que aquella se vuelve demasiado uniforme, el deseo humano de la distinción toma fuerza para inaugurar una nueva moda y reiniciar, de tal suerte, un nuevo ciclo que se agotará ni bien el deseo de integración termine por igualarnos a todos bajo una moda ya pasada, precisamente por ello, de moda.
Tal dinámica atraviesa a la adolescencia en general. La propia identidad busca formarse bajo la insoportable tensión que de pronto irrumpe en el escenario entre el pertenecer y el distinguirse. La integración y la originalidad luchan a muerte, y la identidad fluctúa a una frecuencia que rara vez vuelve a tener lugar en otras fases de la vida. De ahí, precisamente, adolescencia, como período en el cual se adolece, se sufre de una carencia, en este caso, identitaria.
Adolescentes feministas exhiben su indumentaria como signo de identidad ideológica en sus redes sociales
El feminismo radical de nuestros tiempos tiene todos los componentes para convertirse en una moda exitosa para adolescentes. Presenta, primero que nada, un mundo en blanco y negro que simplifica la agobiante complejidad del espacio social en el que el adolescente es de pronto arrojado. La maniquea ecuación "hombre = malo, mujer = bueno" estabiliza de manera engañosa las valoraciones que habremos de hacer, en una época donde la desorientación moral lleva el signo del relativismo.
La tensión de la identidad moral propia queda de alguna manera aliviada por un código binario, al buen estilo de las máquinas computadas, que resuelve automáticamente todas nuestras preguntas sobre el bien y el mal. "Muerte al hombre", tal uno de los grafitis que se pintaron el pasado Día de la Mujer, o su más conocido "Muerte al macho", se vuelve equivalente a "Muerte al mal" porque, después de todo, y por ahora (¿solo por ahora?), se trataría de una metáfora. Desear la muerte al mal equivale a querer el bien; desear la muerte al hombre se vuelve de pronto una función de desear el bienestar de la mujer.
Fuente
https://www.infobae.com/opinion/2018/03/16/adolescentes-feministas-el-nuevo-grito-de-la-moda/
Adolescentes feministas: el nuevo grito de la moda
La composición etaria de los movimientos sociales que devienen rápidamente en movimientos de masas dice mucho, no solo sobre ellos mismos, sino sobre la sociedad en general. En este sentido, nunca ha dejado de llamarme la atención el hecho de que el movimiento feminista, contracultural en sus orígenes, se haya convertido hoy en el lugar de encuentro de adolescentes que, ahora como antes, precisan abordar el tren de la moda para no desentonar con su entorno social.
La moda no es un mero capricho humano. Es, más bien, la respuesta social al contradictorio deseo humano de integrarse y, al mismo tiempo, distinguirse. Tal es la dialéctica de la moda, bien reconocida por Georg Simmel cuando anotaba: "La moda nunca se limita a ser. Existe en un permanente estado de devenir".
En efecto, la moda se modifica a ritmos esquizoides, sobre todo en el marco de lo que Zygmunt Bauman llama la "modernidad líquida", porque, una vez que aquella se vuelve demasiado uniforme, el deseo humano de la distinción toma fuerza para inaugurar una nueva moda y reiniciar, de tal suerte, un nuevo ciclo que se agotará ni bien el deseo de integración termine por igualarnos a todos bajo una moda ya pasada, precisamente por ello, de moda.
Tal dinámica atraviesa a la adolescencia en general. La propia identidad busca formarse bajo la insoportable tensión que de pronto irrumpe en el escenario entre el pertenecer y el distinguirse. La integración y la originalidad luchan a muerte, y la identidad fluctúa a una frecuencia que rara vez vuelve a tener lugar en otras fases de la vida. De ahí, precisamente, adolescencia, como período en el cual se adolece, se sufre de una carencia, en este caso, identitaria.
Adolescentes feministas exhiben su indumentaria como signo de identidad ideológica en sus redes sociales
El feminismo radical de nuestros tiempos tiene todos los componentes para convertirse en una moda exitosa para adolescentes. Presenta, primero que nada, un mundo en blanco y negro que simplifica la agobiante complejidad del espacio social en el que el adolescente es de pronto arrojado. La maniquea ecuación "hombre = malo, mujer = bueno" estabiliza de manera engañosa las valoraciones que habremos de hacer, en una época donde la desorientación moral lleva el signo del relativismo.
La tensión de la identidad moral propia queda de alguna manera aliviada por un código binario, al buen estilo de las máquinas computadas, que resuelve automáticamente todas nuestras preguntas sobre el bien y el mal. "Muerte al hombre", tal uno de los grafitis que se pintaron el pasado Día de la Mujer, o su más conocido "Muerte al macho", se vuelve equivalente a "Muerte al mal" porque, después de todo, y por ahora (¿solo por ahora?), se trataría de una metáfora. Desear la muerte al mal equivale a querer el bien; desear la muerte al hombre se vuelve de pronto una función de desear el bienestar de la mujer.
Fuente
https://www.infobae.com/opinion/2018/03/16/adolescentes-feministas-el-nuevo-grito-de-la-moda/