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El varón tiene la capacidad de masturbarse sin poner un solo dedo en sus genitales.

Kalich3

Miembro Maestro
Pinchado 4ta Dosis
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14 Abr 2020
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Y es, de hecho, una actividad que el varón promedio realiza de manera cotidiana. Y ello se debe a que la sola contemplación de una mujer que nos resulta atractiva nos produce placer. Y no el mismo que se puede obtener de la contemplación de un paisaje o de una obra de arte, no placer estético, sino un placer ciertamente sexual. El clásico cliché del hombre que se queda embobado mirando los generosos bustos de la vecina responde a ello mismo. Ese hombre, sin darse cuenta, se está masturbando dentro de una escala mental, saboreando el inmediato placer que obtiene al detener los ojos en las hipnóticas curvas de la vecina.
Asimismo, los varones gustan de observar fotos de mujeres en la red. A veces, ni siquiera llegan a la masturbación física. Sólo miran fotos, como recreando la vista. De nuevo, porque la sola y mera contemplación visual de la mujer produce placer en el hombre. A tal punto, que el hentai y la pornografía pictórica en general son géneros muy populares y mayoritariamente consumidos por hombres. Es aún más profundo el punto de origen: la mera caricatura de una mujer puede producir excitación y placer en el varón. Un mero símbolo de la fertilidad expresado en formas curvilíneas puede bastar para encenderlo.
No es extraño que un varón joven se sienta como paralizado ante la presencia de una mujer atractiva, voluptuosa, etc. Se siente incómodo porque a nivel mental se está masturbando de forma involuntaria. No lo puede evitar, es más fuerte que él: ella está allí y su sola presencia le alborota algunos líquidos en la cabeza. Hasta que llegue el día en que se acostumbre (algunos tardarán más, otros menos).
En el punto de partida, el varón es un onanista involuntario. Claro está que, conforme le va llegando la madurez, va dejando de serlo. Pero en su punto de partida, en la flor de su fertilidad, el varón experimenta un nivel de atracción por la mujer de tal magnitud que su sola contemplación visual implica un deleite en sí mismo. Un deleite o disfrute cuasi-onanístico, muchas veces, desbordante.
Si lo piensas bien, esa magnitud es colosal.
Y esto no es algo que acostumbremos poner en cuestión. No siempre nos cuestionamos en qué medida ese estado natural de hipnosis en que estamos puestos en el punto de partida condiciona nuestra existencialidad, nuestro modo de ver el mundo, nuestra construcción de identidad y nuestra percepción de la mujer.
¿Realmente estoy de acuerdo con la opinión de esta mujer concreta? ¿Cuido mi imagen moral ante ella como la cuidaría ante otros hombres, o con ella tiendo a cuidarla más? Si le hago un favor a una mujer desconocida, ¿también lo haría por un hombre desconocido? ¿Y si esa colosal atracción estructural de la que hablamos al principio me está condicionando? Cuando amo a una mujer, cuando odio a una mujer, ¿el coloso, hacia uno u otro extremo, me estará coaccionando? ¿Hasta qué punto soy yo mismo y hasta qué punto soy una expresión de la extensión automática a la procreación?
Parecen preguntas vulgares o sencillas pero no lo son, porque la mayoría de los hombres no practican el ejercicio mental de hacérselas a sí mismos. Dentro de la literatura y el arte masculinos se pueden encontrar colecciones infinitas de encomios, odas, alabanzas y tributos a la mujer. Dentro de la cotidianidad se puede siempre encontrar al lingüista del onanismo goloso que proclama que "la mujer es lo más hermoso que nos dio la vida", vayan los dioses a saber qué otra cosa quiere significar con semejante declaración más que una intención de poetizar su erección. No pocos onanistas golosos han participado de la poesía universal.
Y todo ello, ¿ha sido engendrado desde una construcción auténtica de la identidad masculina? ¿O acaso es posible que dicha identidad haya estado fuertemente influenciada por algo más profundo y primigenio, por algo más biológico que cultural? ¿Y si al percatarnos de su existencia podemos empezar a cuestionar su influencia y construir la identidad masculina desde otros parámetros?
La primera "matrix" de la que hablamos en la Andrósfera, la primera que es necesario develar, no es la que puede observarse en el entramado social o en el universo femenino. La primera manifestación de la matrix es la que llevamos dentro. Si un varón logra ser consciente de la magnitud colosal que implica la extensión sexoafectiva hacia la mujer, entonces logrará preguntarse hasta qué medida dicha magnitud está condicionando e, incluso, coaccionando, no sólo su percepción de la mujer, sino la propia construcción de su identidad.
Como dijo Nietzsche: "Corazón sujeto, espíritu libre".
 
El cabrazo de @SOCRATES se mete plátanos bellacos y zanahorias a su ano sin usar la mano
 
Tanto rollo para decir que tienes eyaculación precoz ?
 
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