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Indira Jáuregui era antivacunas.
Pero después de pasar 18 días internada junto a su familia por covid-19 en Lima, Perú, cambió radicalmente su forma de pensar.
Conectada al oxígeno en un centro asistencial, esta mujer de 49 años, sintió que su vida estaba llegando a un punto de no retorno.
Ella nunca creyó en teorías conspirativas como aquellas que señalan que las vacunas son un complot para exterminar a la humanidad.
Más bien tenía miedo a los potenciales efectos secundarios de la vacunación. Y su profunda convicción en los métodos de sanación natural, la llevaron a creer que no era necesario vacunarse.
Pero después de pasar 18 días internada junto a su familia por covid-19 en Lima, Perú, cambió radicalmente su forma de pensar.
Conectada al oxígeno en un centro asistencial, esta mujer de 49 años, sintió que su vida estaba llegando a un punto de no retorno.
Ella nunca creyó en teorías conspirativas como aquellas que señalan que las vacunas son un complot para exterminar a la humanidad.
Más bien tenía miedo a los potenciales efectos secundarios de la vacunación. Y su profunda convicción en los métodos de sanación natural, la llevaron a creer que no era necesario vacunarse.