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Hubo una vez un proyecto de ley que buscaba beneficiar a Alberto Fujimori los condenados mayores de 75 años. La idea era que, por motivos de salud, un reo pudiera cumplir el resto de su pena con arresto domiciliario.
Lo cierto es que dicho proyecto no va más y por falta de interés de la bancada supuestamente más interesada.
¿Por qué el fujimorismo no apoyó una ley que amenazaba con cumplir su sueño más húmedo? La respuesta es sencilla: no es la mejor jugada política. Esta breve cronología te ayudará a entenderlo:
1. Queremos arresto domiciliario
Todo empezó cuando el pedido de arresto domiciliario de Fujimori fue rechazado por la Sala Penal Especial de la Corte Suprema pues, según el Código Penal, era imposible dárselo. ¿Por qué? Porque ya está condenado y como está escrito en la sentencia:
El arresto domiciliario es la figura procesal amparable cuando el agente que ha cometido presuntamente un ilícito se encuentra en calidad de imputado, procesado o investigado
El pedido, por todos lados, era un absurdo. Dos opciones: o el abogado de Fujimori es muy malo en derecho penal o era simplemente una estrategia mediática para hacer que Fujimori se victimice.
Ambas opciones parecen correctas, pero por puro beneficio de la duda nos inclinamos por la victimización.
Entonces, las bases para mediatizar el pedido ya estaban puestas. Ahora solo faltaba politizarlo. Así es como ocurre el siguiente paso.
2. Queremos una ley de arresto domiciliario
Rosa María Palacios, en su columna de hoy, nos cuenta bien qué pasó después:
El martes, su abogado William Paco Castillo señaló que tenía un proyecto de ley para que, excluyendo delito de terrorismo o narcotráfico, se pudiera dar este beneficio a mayores de 75 años, los que cumplirían el resto de su pena en su domicilio por motivos de salud y para mantener su calidad de vida. El proyecto podría beneficiar a unos 400 reos, tal vez menos. No tenemos cifras exactas.
400 reos beneficiados de manera colateral, realmente lo que querían era beneficiar a uno solo: Alberto Fujimori. Tan obvio fue que él mismo agradeció en Twitter tanta amabilidad:
Entiendan pues, Fujimori sufre más que Camilo Sesto (idea de hashtag): él tampoco ya no puede más.
Por eso es que el proyecto de ley iba a ser presentado por la congresista fujimorista Leila Chihuán y se esperaba que toda la bancada atracara, después de todo son 37 y quizás con un poco de negociación hubieran logrado algo.
Entonces hasta aquí ya tenemos dos tercios del plan totalmente ejecutados: mediatización y politización. Ahora solo un empujoncito más y quizás podamos… ¡Miren, a wild Keiko appeared!
Lo cierto es que dicho proyecto no va más y por falta de interés de la bancada supuestamente más interesada.
¿Por qué el fujimorismo no apoyó una ley que amenazaba con cumplir su sueño más húmedo? La respuesta es sencilla: no es la mejor jugada política. Esta breve cronología te ayudará a entenderlo:
1. Queremos arresto domiciliario
Todo empezó cuando el pedido de arresto domiciliario de Fujimori fue rechazado por la Sala Penal Especial de la Corte Suprema pues, según el Código Penal, era imposible dárselo. ¿Por qué? Porque ya está condenado y como está escrito en la sentencia:
El arresto domiciliario es la figura procesal amparable cuando el agente que ha cometido presuntamente un ilícito se encuentra en calidad de imputado, procesado o investigado
El pedido, por todos lados, era un absurdo. Dos opciones: o el abogado de Fujimori es muy malo en derecho penal o era simplemente una estrategia mediática para hacer que Fujimori se victimice.
Ambas opciones parecen correctas, pero por puro beneficio de la duda nos inclinamos por la victimización.
Entonces, las bases para mediatizar el pedido ya estaban puestas. Ahora solo faltaba politizarlo. Así es como ocurre el siguiente paso.
2. Queremos una ley de arresto domiciliario
Rosa María Palacios, en su columna de hoy, nos cuenta bien qué pasó después:
El martes, su abogado William Paco Castillo señaló que tenía un proyecto de ley para que, excluyendo delito de terrorismo o narcotráfico, se pudiera dar este beneficio a mayores de 75 años, los que cumplirían el resto de su pena en su domicilio por motivos de salud y para mantener su calidad de vida. El proyecto podría beneficiar a unos 400 reos, tal vez menos. No tenemos cifras exactas.
400 reos beneficiados de manera colateral, realmente lo que querían era beneficiar a uno solo: Alberto Fujimori. Tan obvio fue que él mismo agradeció en Twitter tanta amabilidad:
Entiendan pues, Fujimori sufre más que Camilo Sesto (idea de hashtag): él tampoco ya no puede más.
Por eso es que el proyecto de ley iba a ser presentado por la congresista fujimorista Leila Chihuán y se esperaba que toda la bancada atracara, después de todo son 37 y quizás con un poco de negociación hubieran logrado algo.
Entonces hasta aquí ya tenemos dos tercios del plan totalmente ejecutados: mediatización y politización. Ahora solo un empujoncito más y quizás podamos… ¡Miren, a wild Keiko appeared!