- Registro
- 14 Oct 2022
- Mensajes
- 1.055
- Puntos de reacción
- 305
No obstante, por mucho que el buen papa
Gregorio I estableciese normas para evitar cualquier relación entre religiosos y
monjas, con el tiempo esos contactos fueron haciéndose cada vez más asiduos. Los
propios fieles en cartas a los obispos denuncian: «Cuando los monasterios y
conventos están muy cerca, los frailes entran y salen de los conventos de mujeres,
viviendo unos y otras en una sola casa».
Años más tarde, el propio papa descubrió que su edicto a favor de las castidad
había provocado cientos de muertes de niños, cuyos padres, que eran ambos
religiosos, se vieron en la obligación de abandonarlos. En un relato de terror, cuyo
autor sería el papa Nicolás I, destaca que cuando Gregorio era pontífice, ordenó
drenar un lago cercano a un convento. En el fondo reseco aparecieron los cráneos de
cerca de un millar de niños que habían sido ahogados o asesinados de diversas
maneras.
Lejos de obedecer las normas de Gregorio —escribe el futuro pontífice—, los
sacerdotes y monjes no solo no se abstenían de vírgenes y esposas, o de
relaciones cercanas, sino que tampoco se abstenían de relaciones con hombres y
hasta con bestias brutas.
Sin embargo,
a casi todas las monjas y doncellas jóvenes, a pesar de vivir en completa
separación del sexo contrario, les crecieron barrigas y casi todas ellas se
deshicieron en secreto de sus hijos. […] Esta fue la causa de que en la época de
la Reforma se encontraran tantos huesos de niños en esos conventos, algunos
enterrados y otros escondidos en los lugares que empleaban para hacer sus
necesidades.
Gregorio I estableciese normas para evitar cualquier relación entre religiosos y
monjas, con el tiempo esos contactos fueron haciéndose cada vez más asiduos. Los
propios fieles en cartas a los obispos denuncian: «Cuando los monasterios y
conventos están muy cerca, los frailes entran y salen de los conventos de mujeres,
viviendo unos y otras en una sola casa».
Años más tarde, el propio papa descubrió que su edicto a favor de las castidad
había provocado cientos de muertes de niños, cuyos padres, que eran ambos
religiosos, se vieron en la obligación de abandonarlos. En un relato de terror, cuyo
autor sería el papa Nicolás I, destaca que cuando Gregorio era pontífice, ordenó
drenar un lago cercano a un convento. En el fondo reseco aparecieron los cráneos de
cerca de un millar de niños que habían sido ahogados o asesinados de diversas
maneras.
Lejos de obedecer las normas de Gregorio —escribe el futuro pontífice—, los
sacerdotes y monjes no solo no se abstenían de vírgenes y esposas, o de
relaciones cercanas, sino que tampoco se abstenían de relaciones con hombres y
hasta con bestias brutas.
Sin embargo,
a casi todas las monjas y doncellas jóvenes, a pesar de vivir en completa
separación del sexo contrario, les crecieron barrigas y casi todas ellas se
deshicieron en secreto de sus hijos. […] Esta fue la causa de que en la época de
la Reforma se encontraran tantos huesos de niños en esos conventos, algunos
enterrados y otros escondidos en los lugares que empleaban para hacer sus
necesidades.